¿Puedes decirnos cómo y por qué surge la organización en la que trabajas?
Surge hace 30 años, en la Universidad Complutense, de la mano del profesor García Fajardo. De ser un seminario universitario (“Solidaridad”), pasó en poco tiempo a ser una asociación cuyo objeto central es el voluntariado, con personas y grupos en exclusión social.
¿Desde cuándo formas parte de la organización y por qué en esta y no en otra?
Desde siempre, desde 1987 cuando yo estaba en primero de carrera. Nací a la vida adulta y ciudadana dentro de Solidarios, ha sido mi ámbito de ejercicio de la libertad y la solidaridad. Hay muchas otras organizaciones extraordinarias, en algunas colaboro, a otras las sigo muy de cerca y aprendo, pero Solidarios ha sido siempre el sofá de mi casa pública. De lo bueno, y también de lo malo de Solidarios, me siento partícipe y responsable.
¿Cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta tu organización?
Mantener la tensión de la actualidad, no hacernos viejos ni antiguos, saber interpretar la realidad y las necesidades. No apartarnos nunca de nuestro objetivo central: mejorar la vida de las personas que más lo necesitan. Defender el voluntariado solidario, generoso, desinteresado, ciudadano, responsable, frente a otros modelos buenistas o coloristas que son a veces más sistemas de autoayuda que modelos de creación de justicia social.
¿Cómo ves el futuro del sector en el que trabajas?
Desgraciadamente muy prometedor. No veo que baje la exclusión, la marginación, la pobreza, la soledad o la injusticia. Si estas variables mantienen su potencia, la constante será el voluntariado creando ciudadanía, derechos y condiciones de felicidad.
¿Por qué tu organización ha decidido promover el ahorro responsable con Triodos?
Necesitamos tener herramientas al servicio de la persona, no al contrario. El sistema financiero puede ser de mucha ayuda cuando se mantiene en parámetros humanos, y puede ser un horror cuando se deja guiar sólo por esquemas macro alejados de la realidad. Triodos, en la última crisis, que a nosotros nos pegó duro, ha sido la única entidad bancaria que nos prestó ayuda a través de sus productos, la única que en mitad de la tormenta nos aprobó una póliza de crédito vital en ese momento. La única, y varios años seguidos, algo bueno hay detrás de una decisión así. Ya sin crisis, tenemos que ser agradecidos.