¿Puedes decirnos cómo y por qué surge la organización en la que trabajas?
Acción contra el Hambre somos una organización humanitaria internacional con equipos en más de 50 países. Nuestro origen se remonta a 1979 cuando un grupo de intelectuales decidieron crear la primera organización no gubernamental consagrada a combatir el hambre, ya que hasta ese momento este tema se había abordado de forma secundaria en el marco de otras luchas: contra la pobreza, por la salud… Nuestra primera intervención fue ese año para atender a los refugiados afganos en Pakistán. Les siguieron misiones en Etiopía durante la gran hambruna de 1985, en Bosnia durante la guerra de 1992 o en Ruanda durante el genocidio de 1994. Fue en ese año cuando varias personas relacionadas con la acción humanitaria decidieron formar Acción contra el Hambre en España. Era un buen momento para canalizar la solidaridad de los españoles hacia el proyecto global de un mundo sin hambre. Y había un número pujante de profesionales de la medicina, nutrición, ingeniería… deseosos de ponerse al servicio de esta causa. Nos instalamos en una pequeña oficina en Madrid y empezamos a trabajar en Angola, Filipinas, Malí, Níger, Colombia... En 2011 empezamos a intervenir también con las personas más directamente golpeadas por la crisis en España. Hasta hoy, que somos 140 empleados aquí y 1.500 cooperantes en terreno y, de los casi 50 países en los que trabaja la Red Internacional de Acción contra el Hambre, desde España gestionamos unos 20 y ayudamos a casi 5 millones de personas al año.
Entonces, ¿formas parte de Acción contra el Hambre desde su origen en España? ¿Por qué elegiste esta ONG y no otra?
Efectivamente. Yo formaba parte de Acción contra el Hambre desde 1991. Había dirigido las misiones de Sudán; de Croacia, Bosnia y Serbia; y de Ruanda, Kenia, Uganda, Congo... Acababa de volver de Ruanda cuando empecé a trabajar con en España. Tenía la ilusión, debo decir la misma que tengo hoy, por llevar nuestra ayuda a las personas más vulnerables. Ya había visto los resultados en primera persona de nuestra intervención: cómo salvábamos vidas de niñas y niños desnutridos, les facilitábamos acceso a agua segura, a alimentos, les enseñábamos cuidados básicos de higiene o de salud. Y además, estaba plenamente alineado con la misión, la visión y los principios de esta organización: independencia, neutralidad política, transparencia, profesionalidad... Hoy me siento orgulloso de mi elección y del camino recorrido.
¿Cuáles son los grandes retos a los que se enfrenta tu organización?
La desnutrición infantil se ha reducido en un 11% respecto a 1990 y el porcentaje de niños que tiene acceso al tratamiento contra la desnutrición es del 20%, cuando antes era del 10%. Estamos innovando y mejorando continuamente las herramientas para erradicar la desnutrición, ha habido avances políticos y la seguridad nutricional está ahora en la agenda de los principales donantes. Sin embargo, estos logros peligran por el aumento de la violencia en el mundo. Los conflictos generan hambre, y el hambre genera conflictos. Nos cuesta cada vez más acceder a las víctimas porque no se respeta el derecho internacional humanitario. Es un reto de Acción contra el Hambre, y de todo el sector, que se mejore la protección de la acción humanitaria.
¿Cómo ves el futuro de las organizaciones de ayuda humanitaria?
Los próximos 15 años se caracterizarán por el aumento de las crisis agudas, la migración masiva, el efecto implacable del cambio climático sobre los desastres naturales. Muchas vidas dependen de que seamos capaces de adaptarnos para responder a esta multiplicación de emergencias. Ese es un gran reto, como lo es también anticiparnos, prevenir y preparar a las poblaciones para reducir el número de víctimas y el impacto económico de los desastres. Y para esto será necesario que todos redoblemos esfuerzos logísticos, humanos y financieros.
¿Por qué Acción contra el Hambre ha decidido promover el ahorro responsable con Triodos?
Porque tenemos la convicción de que solo con una sociedad comprometida se puede generar un cambio de mentalidad y de conducta. Las personas son el verdadero motor del cambio con sus comportamientos, sus hábitos, su madurez, y no nos cabe duda de que con una inversión socialmente responsable se puede contribuir a muchas causas como es la nuestra: el hambre cero.