Por Silvia Corchero de la Torre y Philip Buchner promotores del proyecto Bosquescuela.
Cada día es diferente en el centro de educación infantil de segundo ciclo Bosquescuela Cerceda. Un centro reglado y homologado por la Comunidad de Madrid que ha empezado su andadura este curso 2015-16. Situado a los pies del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, en Bosquescuela la naturaleza es el aula y la mayoría de los recursos didácticos provienen del medio natural. Los niños y niñas pasan la mayor parte del tiempo al aire libre, combinando clases de iniciación a la lectoescritura y las matemáticas, en espacios abiertos y con materiales naturales, con amplios momentos de juego libre, talleres y excursiones fuera del centro.
Durante el mes de febrero fueron las cigüeñas las que con sus vuelos rasantes, en busca de una ubicación idónea para sus nidos, recibían cada mañana a los niños y niñas a primera hora. Más tarde fueron los milanos los que, realizando sus vuelos de cortejo, han acompañado el juego libre de los pequeños. Recientemente y, con la llegada de la primavera, las flores, las pequeñas orugas formando sus capullos antes de convertirse en mariposas, o el agua limpia de un arroyo lleno de vegetación acuática, acompañan cada día el desarrollo y aprendizaje del primer grupo de niños y niñas que están formándose en Bosquescuela.
La educación infantil al aire libre es un modelo educativo innovador que surgió en los años 50 en Dinamarca desde donde se extendió a otros países con un boom especial en los años 90. Solamente en Alemania existen más de 1.000 escuelas infantiles al aire libre y otros países como Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Corea, Australia y Japón están implantando cada vez más centros educativos de este tipo. El motivo, los enormes beneficios que el contacto con la naturaleza tienen para la salud y el adecuado desarrollo físico, cognitivo, social, afectivo y emotivo de los niños y niñas.
En un mundo en el que los pequeños están sobrestimulados, sobre todo por el auge de las nuevas tecnologías, y por el hecho de que pasan gran parte del tiempo en espacios cerrados, se hace imprescindible proporcionarles entornos de aprendizaje adecuados para su desarrollo. Espacios en contacto con la naturaleza, libres de estrés acústico, que presentan una gran variedad de formas, colores y texturas que estimulan enormemente su curiosidad, que ayudan a su desarrollo psicomotriz, que les permiten expresarse libremente, ser ellos mismos y conectar con la Tierra. Entornos donde ellos sean los auténticos protagonistas de su aprendizaje y donde se respeten sus ritmos, de una manera acompañada y guiada.
Las consecuencias de este tipo de educación son niños espontáneos y alegres, conscientes de los ritmos naturales ya que los experimentan diariamente, motivados por aprender, con capacidad para comunicarse eficazmente, creativos, imaginativos, sanos física y mentalmente, capaces de asumir riesgos y conscientes de sus capacidades y límites y…de fondo siempre presente LA NATURALEZA.
Más información: www.bosquescuela.com