Reunimos a dos directoras de cine una mañana en la librería-café Ocho y Medio de Madrid, dedicada al séptimo arte. Manuela Burló Moreno y María Ripoll tienen una misión: explicar en qué punto se encuentra hoy en día el binomio “cine y mujer”. Aunque para hacerlo, quizás tengan que responder a preguntas que están “hartas de escuchar”.

Tópicos

“Un día me coloqué de incógnito en la cola de mi película Cómo sobrevivir a una despedida, cuenta la directora de cine Manuela Burló Moreno en un momento de la entrevista.

“Tenía una pareja delante, como de 25 años. Y de repente le escuché decir al chico: ‘¡Esta película la ha dirigido una mujer! Yo paso de verla’. Y no entraron a la sala. Yo ya estoy acostumbrada a frases como ‘yo por una película española no pago’, pero esto… No daba crédito a lo que había oído”, lamenta. “Estoy cansada y aburrida de que el hecho de que seamos mujeres signifique para algunos que hacemos cine para mujeres”.

MANUELA BURLÓ MORENO

Manuela Burló Moreno es directora y guionista, licenciada en Arte Dramático por la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, estudios que más tarde completó en la Escuela de Cinematografía y Audiovisuales de la Comunidad de Madrid (ECAM) y en el Instituto Cinematográfico de Madrid.

Nacida en Murcia, se inició en el mundo del cine con el cortometraje Dolores. Sus dos películas hasta la fecha son Cómo sobrevivir a una despedida (2015) y Rumbos, estrenada en 2016 y que ha contado con el apoyo financiero de Triodos Bank.

Un tópico que todavía se hace más evidente si se trata de una comedia. “Ya se piensa que la comedia es un género menor y si además quien dirige es una mujer, entonces se la considera un tostón”, añade María Ripoll desde el otro lado de la mesa. La directora catalana lleva 20 años rodando historias y en este tiempo ha tenido que entrar demasiadas veces en este debate.

“Cine y mujer son dos conceptos que se relacionan muy bien”, explica con la pausa de una profesora. “La mujer siempre ha sido la contadora de historias y leyendas, su transmisora. Y además hoy en día el 80% del público es femenino”, concluye, antes de lanzar su reflexión: “Si estuvieras entrevistando a Alberto Rodríguez no le preguntarías sobre la relación entre hombres y cine”.

Estoy aburrida de que el hecho de que seamos mujeres signifique para algunos que hacemos cine para mujeres
Manuela Burló Moreno

A esta sentencia responde directamente la directora de Rumbos y de seis cortos premiados en numerosas ocasiones. “No, a él no se lo preguntan. Y yo, que vengo del circuito internacional del cortometraje, sueño además con que llegue el momento en el que no exista un festival que diga ‘festival de cine hecho por mujeres’, aunque entiendo que a día de hoy aún tenemos que hacer ruido”.

Burló Moreno también alude en este tramo de la conversación a esos jurados formados exclusivamente por hombres, “y jurados de festivales muy fuertes”, exclama, justo antes de repetir que su cine, solo por ser mujeres, “no está enfocado exclusivamente al público femenino”.

Más presencia de mujeres

“Uno de los motivos por los que entré en CIMA fue el de promover que hubiera más presencia de mujeres en los jurados”, interviene Ripoll. CIMA es la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, integrada por más de 300 profesionales. “Y es importante conseguir lo mismo en el ICAA (Instituto Cinematográfico y de las Artes Audiovisuales) y en las comisiones de las cadenas de televisión que deciden qué películas van a producir y cuáles no”.

MARÍA RIPOLL

María Ripoll cursó estudios de Cine en el American Film Institute (AFI) de Los Ángeles. Su debut se produjo con Kill Me Later, un cortometraje que obtuvo el primer premio en el Festival de Cine de Oberhausen y el Panavisión Grant del Festival de Houston. Su primer largometraje fue Lluvia en los zapatos (1998), con Penélope Cruz, Lena Headey y Douglas Hensall. Desde entonces ha dirigido una decena de largometrajes y documentales. Su último trabajo es No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, película recién estrenada y para la que ha contado con financiación de Triodos Bank.

Tras una pausa, su reflexión le lleva a otra: “La presencia de mujeres en los equipos técnicos es cada día mayor. Tenemos resistencia y capacidad, y nos gusta la profesión, pero en los niveles directivos no es lo mismo”. En cuanto al público objetivo de su cine, su opinión es también clara. “Hago películas para mujeres y hombres. En No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, dos protagonistas masculinos acompañan al papel principal de mujer”, indica.

“Estas historias les interesan a ambos sexos. Son situaciones universales como el amor. A todo el mundo le interesa reír un poco y aprender sobre el tema”, añade, a la vez que defiende que ella también puede filmar obras que hablen principalmente de hombres, lo que defiende con dos ejemplos de su filmografía: Tu vida en 65’ y Utopía.

Cine de autor o comercial

Poco a poco el diálogo entre las dos directoras se encamina hacia cuestiones más generales de la industria que, en sí mismas, encierran preocupación acerca de la situación actual.

Si estuvieras entrevistando a Alberto Rodríguez no le preguntarías sobre la relación entre hombres y cine
María Ripoll

Ripoll, que el día anterior a la entrevista dejaba listo para exhibición su último proyecto, se considera una directora de oficio. Eso supone, por ejemplo, tener muy claro a qué clase de público se dirige cada película para alcanzar una meta autoimpuesta: “Yo lo que intento es llenar salas. Como cineasta quiero que la gente vea historias en el cine y vuelva”, sostiene con convicción, para lo que comparte su fórmula: “Intento hacer pasar un buen rato y llenar corazones”.

Para Ripoll tampoco debería existir el debate entre cine de autor versus cine comercial. “Hacer cine es muy caro y que llegue a poca gente es injusto. Hay actores y técnicos muy buenos, hay mucho talento y me veo en la obligación de que esto funcione”. Su última película, Ahora o nunca, contribuyó de una forma brillante con los ocho millones de euros que obtuvo en taquilla.

La conclusión de su interlocutora es similar, aunque en su experiencia como realizadora tiene más peso la mirada personal de dirigir lo que previamente ella misma ha escrito. “Está claro que mi objetivo también es llenar salas. Como autora, lo que más me gusta es que el máximo número de personas disfrute de esa historia que se desarrolló en mi cabeza y luego convertí en película”.

Para Burló Moreno, su ya habitual presencia en festivales con sus cortos tiene un momento álgido que se produce cuando gana algún premio especial del público. “Es lo que más ilusión me hace”, comenta. “Los que amamos esto queremos contar historias y cuanto más lleguemos al público, mejor”.

Ganarse al público local

Un tema, el del público, siempre a debate. “Si la gente supiera más de cine, sería más curiosa e iría a ver más películas”, declara Ripoll en un momento de la charla, que defiende la idea de asignaturas sobre este arte en los años de educación obligatoria. También se refiere al mercado francés para explicar la situación de la industria de aquí:

“Allí hay una cuota de protección al cine nacional. En las salas de proyección, los franceses se encuentran con ocho películas de su país frente a dos estadounidenses. La industria crece y eso permite que haya mejores actores, técnicos y guionistas y también más dinero, con lo que se hacen mejores cintas”.

En contraposición, la directora utiliza el término “sobrevivir” en alusión a lo que ocurre con el cine español, con “menos dinero y menos medios tanto económicos como humanos”. Burló Moreno añade otra cuestión, que es la valoración del producto y de quienes lo elaboran. “Nominan a Marion Cotillard al Oscar y todos los franceses aplauden. Si hacen lo mismo con Penélope Cruz, que es una actriz que a mí me encanta, aquí el apoyo no es el mismo. Y me cabrea”, apunta.

En las salas de proyección, los franceses se encuentran con ocho películas de su país frente a dos estadounidenses. La industria crece y eso permite que haya mejores actores, técnicos y guionistas y también más dinero, con lo que se hacen mejores cintas
María Ripoll

“En Estados Unidos pasa como en Francia”, aprecia Ripoll. “Alguien hace allí una película o un corto y la gente le apoya y aprecia el trabajo”, asegura. Claro que por otro lado, y volviendo a la cuestión inicial, en algunos asuntos a la industria norteamericana también le queda camino por recorrer. La propia realizadora lo comprobó in situ.

“En Estados Unidos hice una película Tortilla Soup (2001). Me volví enseguida porque vi un trato que nunca había sentido en Europa. Las mujeres tienen una lucha… Allí el director es una pieza más del engranaje, pero si es mujer, entonces lo tiene bastante complicado. Muchas veces miramos a los Estados Unidos como un referente pero en lo relacionado con este tema, Europa está más avanzada.”

TRIODOS BANK IMPULSA EL CINE ESPAÑOL
FINANCIACIÓN DE CINE

El sector audiovisual acapara el 33% de la cartera de crédito que Triodos Bank destina en España a financiar el sector cultural, con 160 millones de euros en 2015.

El banco mantiene convenios de colaboración con Crea SGR, Elkargi SGR, Oinarri y el Institut Català de les Empreses Culturals y la Oficina de Suport a la Iniciativa Cultural para la financiación del sector en condiciones ventajosas.

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Texto: VÍCTOR REGIDOR · Fotos: CLARA ASANZA